Como siempre, las palabras y las preguntas de Consuelo García del Cid resuenan en mí y trato de buscar los vacíos de saber.
Opinión | 05 de febrero de 2024Este trabajo surge a partir de un breve comentario en una conversación sobre cómo sería posible el negacionismo de mujeres que estuvieron encerradas de niñas y adolescentes por años, en relación a todo lo ocurrido en los reformatorios del franquismo bajo la autoridad del Patronato y las órdenes religiosas que estaban comprometidas en todo lo que ocurrió...
Es evidente que el negacionismo atraviesa la historia de la Humanidad negando a las viÌctimas y sus familias cualquier tipo de reconocimiento y reparacioÌn, pues si no existioÌ el crimen, tampoco existen sus viÌctimas. Por eso, el negacionismo implica la manipulacioÌn deliberada de la historia y destruye no a la verdad, sino a la toma de consciencia de la verdad. No resulta difiÌcil encontrar numerosos ejemplos.
La forma que toma esa intencioÌn negadora de la historia es la invencioÌn de eufemismos con el fin de borrar la huella de los actos, que penetra en la lengua corriente de una sociedad. El eufemismo que utiliza la negacioÌn se prolonga en el tiempo y en la interpretación de los hechos históricos.
Existe una larga serie de ejemplos de eufemismos, por ejemplo “desaparicioÌn”, que permite a los “negacionistas” afirmar que dichos crímenes no tuvieron lugar1.
Los filósofos, los historiadores, los sociólogos nos aproximan a esta realidad desde muchas aristas. Quizá lo que no se tiene en cuenta o es labor del psicoanálisis explicar es el hecho de que el efecto traumático de las guerras, del terrorismo de Estado, de los campos de concentración, de los abusos contra la ciudadanía, de la violencia de género, de la violencia contra los niños, del abuso infantil familiar o por figuras con poder, del terrorismo a secas, no lo sufren sólo las víctimas directas sino también las generaciones sucesivas del grupo social.
Hay traumas sobrevenidos por la ideología (algo elegido con otros)2 o por pertenecer a una determinada comunidad (algo padecido pasivamente), o por tener que sufrir pasivamente la arbitrariedad de los adultos, por razones de género, etc.
Los seres hablantes levantan barreras ante el mal o, como diría Freud, ante la Cosa (Das Ding). Sin embargo, las personas con rasgos o estructura perversos tienden justamente a derribar todas esas barreras y prohibiciones y así usarán al otro como si fuera un objeto. Ejemplo: La decisión final.
La consecuencia es que hay seres humanos que se han visto obligados a vivir el horror, tanto en la vida doméstica (casos de maltrato o de abuso a menores), como en la vida pública y más aún en tiempos de gran conflicto. Esto, a menudo, se vive en soledad y sin testigos (o aun peor, con testigos negacionistas), lo que acrecienta el daño sufrido.
Por ello, al igual que restaurar el pasado cultural o familiar, la necesidad de dar testimonio de lo ocurrido es una estrategia de supervivencia e implica no creer que exista ningún objeto preparado en el mundo para satisfacer para siempre el deseo, al igual que no creer en la bondad innata del ser humano es un parapeto ante la maldad, pues no hay objeto que colme, lo que es lo opuesto a poner cualquier objeto como ideal (a poseer o a eliminar) e intentar ser amo del objeto y el discurso que sostiene esa posición. No es pues tan ingenuo el humanista que pretende encontrar lo humano en lo inhumano y no lo contrario, es que simplemente huye de lo Real3.
De nuevo, entonces, nos encontramos con esta fuerza destructora y autodestructora, la pulsión de muerte o Tánatos, inscrita en el corazón del ser humano. ¿Será por la misma razón que los negacionistas niegan Auschwitz y los humanistas profesionales intentan envolverlo y ponerle alrededor un lazo rosa?
El proyecto epistemológico del psicoanálisis en el campo social se organiza en torno al texto freudiano El malestar en la cultura (también traducido como El malestar de la civilización) y la 3ª teoría pulsional que alude directamente a la pulsión de muerte frente al eros en el ser hablante.
Una manifestación de la pulsión de muerte es la aparición de procesos negacionistas de la historia, donde resuena el odio de cada uno en una voz aparentemente común. El mecanismo psíquico de la Verleugnung o renegación, descubierto por Freud y desarrollado por Lacan está en la base del negacionismo.
El negacionismo no es un discurso, es un modo de gozar (Imaginario) que descarta la palabra del Otro y no busca “creer” (que es siempre una apuesta), sino solamente concluir con una certeza, sin argumentos. Estamos ante un modo de gozar que descarta la palabra del Otro como en el delirio psicótico. Por eso es tan ineficaz discutir con un negacionista como con un paranoico: no se trata de verdadero o falso, se trata de una captura imaginaria que niega al otro para sostener su certeza/goce.
Su oponente claro es el discurso de la histérica, que destituye al Otro del saber para hacer valer el espejismo de su singularidad (el negacionista renuncia a su singularidad para convertirse en rebaño).
Es necesaria una gran entereza para soportar daños físicos, abusos y sevicias sexuales. Algunos utilizan como estrategia un desdoblamiento, una separación entre el cuerpo y la subjetividad que les permite pensar que eso que les hacen se lo hacen sólo a su cuerpo, pero no a ellas. Tiene que ver con una preservación de la intimidad para resistir: «Se trata de pensar la interioridad como lugar de resistencia”4. Otros utilizan la capacidad para la risa5. El poder reír aun en circunstancias penosas, es de una gran ayuda para sobrevivir.
Y está la estrategia del testimonio que toma al lector como ese otro necesario para poder escucharse a sí mismo y es usada tanto por personas de alto nivel cultural, como por personas de toda condición que han empleado para ello, no sólo la palabra, sino también el escrito, desde cuadernos lujosos a bastas envolturas; desde pintadas en los muros a cualquier resto de papel, tal como se puede encontrar, por ejemplo en las vitrinas del Museo Judío de Berlín, o en un cajón de la casa de los abuelos en cualquier pueblo de España. (Mari Cruz Estada [2013]).
La escritura testimonial es una oportunidad para volver a utilizar el lenguaje de modo no perverso. En el testimonio se reflexiona en torno a lo inhumano que yace en el interior de lo humano (y no lo contrario).
Freud llegó a la conclusión de que nuestra subjetividad tiene tendencia a quedar fijada en el dolor, de ahí el concepto de la repetición de lo traumático.
En la vida de un ser humano se producen acontecimientos traumáticos (aunque lo traumático no es el hecho, sino el efecto intenso que produce en unos sí y en otros no), una especie de colapso de ideas y emociones que no pueden derivarse a través de la palabra y el pensamiento, por lo tanto, no pueden elaborarse intelectualmente en el momento de ocurrir, aunque sí más adelante. Algunas personas quedan atrapadas en el dolor (Víctimas), otras lo transcienden cuando son capaces de encontrar la forma de elaborar un duelo (Supervivientes)7. También ocurre que ante situaciones difíciles algunos tienden a abandonarse, o bien quedan bloqueadas por el miedo al hundimiento psíquico y deciden entonces hacerse seguidores de otro, hacerse rebaño para negar lo que pasó (Negacionistas).
Los supervivientes son personas que ante el horror cuentan con herramientas psíquicas que les permiten desarrollar estrategias que les ayudan a superarlo. Son personas que, sin necesidad de olvidar, desarrollan una apuesta por la vida que les hace volver a tener deseo por las cosas, consiguen mantener un objetivo que alcanzar fuera de ellos y hacia el cual se proyectan, que es lo que les ayuda a vivir. Es la forma de salir de la posición de víctima, pues el sobreviviente es todo aquel que pudo hacer algo con la experiencia real traumática para salir de la posición de víctima, y víctima aquel que no ha encontrado ninguna elaboración psíquica supletoria al horror padecido.
«La víctima se construye en algún discurso; el sobreviviente deconstruye la «posición de víctima» para no quedar enajenado en ella o continuar siendo «objeto» de la victimización«. En efecto, el victimario cosifica a la víctima y ésta, ante eso, tiene dos recursos:
aceptar la cosificación (Portero de Noche, de Liliana Cavani),
salir de la identificación con esa posición de víctima.
La subjetividad de quienes son capaces de generar estrategias de supervivencia tiene que ver con el deseo que vela lo pulsional. Son sujetos con deseo y un punto último de creencia que se convierte en la metáfora del sujeto8.
Podemos pensar en que hay dos tipos de sociedad ante el recuerdo: la sociedad que ha juzgado a la historia y la que no lo ha hecho. En este sentido, el negacionismo impide el reconocimiento por el Otro social de los daños sufridos, implica ignorar el hecho de haber sido tratados como objetos y es una estrategia de los victimarios para vivir impunemente. Es necesario que la sociedad misma sea capaz de señalar, juzgar y segregar a quienes usen a los demás seres humanos como cosas9, por eso los supervivientes tienen la responsabilidad ética de testimoniar, llevar su saber al lugar de la verdad, restituir la dignidad del lenguaje y poner límites a lo real traumático.
1 En efecto, los triunfadores de todas las guerras, en su modo de utilización de determinadas palabras de uso común para la invasión ideológica a través de la vida cotidiana, hacen una torsión de su significado usándolo en beneficio de su bando y a favor de la manipulación. Un ejemplo de esto lo tenemos en la expresión «guerra civil del 36» cuando en realidad se trató de una sublevación militar que atentó contra el poder constitucional.
2 Una posible explicación del porqué en España no se han dado más testimonios de supervivientes de la sublevación militar y posterior guerra y represión de 1936, quizá sea que las brutalidades ahí ejecutadas no tenían como objetivo al ser mismo de la persona, sino sus elecciones. Tras el 36 había necesidad de sobrevivir aunque por supuesto se den también casos de testimonios. En el caso de los judíos en los campos de exterminio el «delito» era algo constitutivo de su identidad.
3 Auschwitz ha revelado de modo catastrófico las capacidades autodestructoras de la Humanidad.
4 En los campos se producía continuamente un ‘no’ a los límites, a lo enigmático, a lo velado, a lo sagrado y al enigma. Odio, en consecuencia, a la intimidad y a lo femenino.
5 Tanto en nuestra clínica como en testimonios de víctimas del horror, encontramos curiosas perlas que nos hablan de momentos de risa y de felicidad en medio del horror.
6 María Cruz Estada (2013)
7 Mirta Goldstein. Varios artículos sobre el tema.
8 El semblante es un modo posible de resistencia contra el asesinato de la metáfora.
9 Si una sociedad no hace pasar a sus victimarios por la ley, esa sociedad tiene un agujero negro, pues si el victimario no ha sido juzgado, el acercamiento de la víctima a la verdad es tan solitario como cuando sufrió el padecimiento.